El Gobierno francés propone una nueva ley de educación0
814 19/01/2005, 10:00 ABC.-J.-P.-QUIÑONERO
La nueva Ley sobre el futuro de la escuela francesa aspira a restaurar la autoridad de maestros y profesores, se propone combatir la degradación inquietante del modelo educativo nacional, se ha fijado ambiciosos objetivos en materia de resultados, tiene un horizonte europeo y establece una discriminación positiva a favor del alemán, en detrimento del español.
El nuevo proyecto presentado días pasados por François Fillon en el Consejo de Ministros aspira a cambios muy sustanciales, comparables a las reformas de 1975 y 1989, pero comienza por hacer un diagnóstico muy severo del estado de degradación profunda del modelo nacional: «El sistema educativo no permite a nuestro país responder de manera satisfactoria a los desafíos del siglo XXI».
Visión pesimista
Cuando se van a cumplir diez años de la presidencia de Jacques Chirac, los redactores del proyecto de Ley tienen una visión muy pesimista del estado de la educación nacional: «Se ha debilitado la lucha escolar contra las desigualdades sociales; no está asegurada la capacidad imprescindible para garantizar un nivel de formación que responda a las necesidades económicas y sociales de los próximos decenios; no progresa la proporción de nuevos bachilleres; disminuye el número de estos titulados que cursan estudios superiores; crece de manera inaceptable el número de alumnos que salen del sistema escolar sin diploma ni calificación».
Para intentar combatir tal estado de degradación general, el proyecto de Ley establece una veintena de grandes principios, divididos en tres grandes apartados, una escuela más justa, más eficaz y más abierta. Mirando a una escuela más justa, se reafirma la autoridad de maestros y profesores, con objetivos voluntaristas: garantizar a todos los alumnos un nivel de formación básico; multiplicar las becas concedidas al mérito escolar; favorecer la igualdad chicos- chicas; sostén continuado de los alumnos con dificultades; lanzamiento de un nuevo certificado escolar; reformar el Bachillerato y el ingreso en los institutos de enseñanza media.
A juicio de los autores de la reforma, una nueva escuela más justa reposa en dos principios: mayor responsabilidad de alumnos y maestros; y restauración de una cultura del mérito escolar que favorezca la autoridad moral de unos y otros. Esperando conseguir una escuela más justa, se anuncia una lucha contra la «plaga» más dolorosa de la escuela francesa de nuestro tiempo: la violencia. Ese combate establecerá relaciones de nuevo cuño entre maestros, profesores y policías. Toda acción violenta será sancionada de inmediato. Los directores de escuelas e institutos también asumirán la responsabilidad del contacto permanente con la Policía y la Gendarmería nacional. Los directores de establecimientos escolares deberán dirigirse de inmediato ante los fiscales de la República para denunciar las infracciones penales que deberán ser castigadas «con rapidez».
En otro plano, el capítulo de reconstrucción de una escuela más justa también prevé mejorar el funcionamiento de las clases y establecimientos, asegurar la formación permanente de maestros y profesores. En el terreno de instauración de una escuela más abierta, el proyecto de Ley anuncia muchas novedades, encubiertas, con frecuencia. Europa se incorpora de manera espectacular al sistema escolar; se promueve de manera llamativa el aprendizaje de lenguas europeas; se generaliza la formación técnico–profesional y la introducción masiva de ordenadores e internet en las escuelas; se aspira a asociar a los padres «de manera más activa».
En vigor el próximo curso
La nueva Ley debe discutirse en la Asamblea nacional y aprobarse a lo largo de esta primavera, para entrar en vigor el próximo curso, a partir del mes de septiembre. Proyectos tan ambiciosos serán matizados a través de los decretos de entrada en vigor de los muy distintos aspectos del proyecto. Destaca de manera llamativa un decálogo cifrado de objetivos, dejando al descubierto la gravedad de los problemas pendientes.
El gobierno francés se propone aumentar en un 20 por ciento el número de futuros bachilleres y en otro 15 por ciento el número de los estudiantes que sigan una nueva formación superior. En estado bruto, se trata de deseos cifrados, que tampoco podrán resolver, por sí solos, otros problemas pendientes: el deterioro del título de bachiller y la emigración de técnicos y científicos franceses, atraídos por Inglaterra y los EE.UU., porque no encuentran en Francia un marco profesional adecuado.
Descenso en la calidad
Se aumentará en un 20 por ciento el número de maestros y profesores que sigan cursos de formación permanente... Se trata de una cifra relativamente equívoca. Francia es un país donde no ha dejado de crecer el número de enseñantes, mientras no dejaba de disminuir el número de alumnos. Y, al mismo tiempo, el incremento sistemático de los presupuestos de educación ha coincidido con el descenso significativo de la calidad de la enseñanza nacional.
Con la restauración de la autoridad escolar y la afirmación de una cultura de la responsabilidad y el mérito, Europa será uno de los grandes temas de batalla del nuevo modelo educativo. Con matices todavía mal explorados.
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