Honrarás a tu padre y a tu madre0

996 04/05/2005, 08:27   

Junto al fenómeno del acoso escolar, otra realidad empieza a saltar a la luz pública: la de las agresiones de adolescentes a sus padres. Los especialistas aseguran que los casos aumentan de forma alarmante.

Si mi padre algún día me toca, tengo amigos que le pueden devolver el favor

Carta número 1. La escribe X, un adolescente de Sevilla, a sus padres. "Hipócritas, vagos, mentirosos, farsantes. Notifico formalmente que, como máximo, el próximo mes de junio del presente año ya no estaré en este domicilio y nunca me volveréis a ver, pero será por vuestra culpa, porque sois unos hijos de puta". X quiere una moto de gran cilindrada. O al menos ésa ha sido su excusa para acosar, desde hace meses, a sus padres, de clase media, y a los que acusa de no satisfacer sus deseos. Los padres, desesperados, acuden a un psicólogo que les asesora y que sigue leyendo la carta: "Os advierto, encontrar una solución interesante de forma inmediata o afrontar las consecuencias y represalias que se van a producir en un futuro muy próximo". Concluye la misiva: "Sois los peores padres y ojalá no os hubiera conocido, y no quiero que me dejéis ningún tipo de nota estúpida por debajo de la puerta. En caso contrario os devolveré sus cenizas; ¡Miserables, ojalá os muráis".

Por sorprendente que parezca, no es un caso aislado. Hay miles en España. Sólo en Valencia, la fiscalía de Menores constata que en el año 2004 fueron 259 los padres que denunciaron a sus hijos. "Es una realidad de la que aún se habla poco; porque los casos de la fiscalía suponen una parte ínfima, dado que la mayoría de padres que sufren este problema, y que disponen de recursos económicos, recurren a especialistas privados", señala el profesor, psicólogo y criminólogo Vicente Garrido. El responsable de menores del Colegio de Abogados de Valencia, Rafael Iniesta, lo certifica: "Las agresiones a progenitores han sufrido una escalada terrorífica en los últimos años". "Los descubrimos cuando la situación es irreversible, cuando hay lesiones objetivas que denuncian los hospitales; pero lo más preocupante son los que no conocemos, por temor o por amenazas, o por otras cuestiones".

Garrido narra en su libro Cara a cara con el psicópata otro caso real. Es la historia del niño Dimitri, adoptado por Pilar en 1996 en Moscú. La historia podría ser el guión perfecto de una novela de Stephen King. Con el tiempo, Dimitri llegó a aterrorizar hasta el extremo a sus progenitores, simulando malos tratos, denunciándolos en el colegio, acosando a su hermano, Alfonso, al que intentó matar. Y todo, según argumentaba el niño, porque deseaba una familia más rica que la que le había adoptado.

El caso de M., de 16 años y natural de Castellón, es, para los psicólogos que han facilitado este reportaje, un ejemplo bastante común. A los ocho años comenzó a mostrar comportamientos muy agresivos. En varias ocasiones prendió fuego a diversos enseres de la casa y ahogó a un cachorro recién nacido en el chalet de unos amigos. A los 13 años comenzó a insultar gravemente a sus padres. Le castigaron un fin de semana sin salir. Cuando volvieron a casa se encontraron en la pared un mensaje que rezaba: "Os odio, algún día me las pagaréis y será pronto". M. no se ha enfrentado físicamente a su padre, pero sí ha zarandeado a su madre". Se quiere emancipar a los 18 años. Cuando el psicólogo le pregunta qué hará si no consigue dinero cuando se marche de casa, contesta que "cualquier cosa; aguantaré a estos pringados sólo lo imprescindible. Ya no los soporto y si mi padre algún día me toca, tengo amigos que le pueden devolver el favor". "Sabemos que en muchos casos podemos observar conductas de trastorno disocial que pueden alertarnos del comportamiento futuro del menor; pero hay otros niños que son muy problemáticos desde pequeños y que hasta la edad adulta tienen un comportamiento normal; después explotan. Son como durmientes", añade Garrido.

Existe todo tipo de casos. Desde los insultos reiterados, coacciones, amenazas, agresiones leves y hasta asesinatos, como el del adolescente Fernando S. A., de 17 años, que el 15 de julio del 2001 mató a su madre con una espada para robarle joyas y comprar drogas". "Son -concluye Garrido- menores con un comportamiento similar al de un psicópata, pues a su tremendo egoísmo se une un autismo sentimental absoluto sobre las personas que más le han querido en su existencia".

María Ángeles Cerezo, directora de la Unidad de Investigación Agresión y Familia de la Universitat de València, comenta que "al menos ahora comienza a haber una cierta conciencia social del problema".

Desde su amplia experiencia valora que, en muchos casos, estas agresiones de jóvenes a sus progenitores "se parecen a las que sufren algunas mujeres de sus parejas, en la medida que se produce una dependencia emocional del agresor". Por su parte, Vicente Garrido añade que "estos chicos necesitan una educación intensa y especial, porque muestran rasgos precursores de una psicopatía en la edad adulta".


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