Violencia contra los maestros0

993 21/04/2006, 10:25       #Violència escolar, #Salut laboral,

Hay una guerra oculta, soterrada, que se lleva a cabo en las escuelas. Hay una contienda romántica y terrible, cruelmente silenciada y a la vez clamorosa, que tiene por protagonistas a muchísimos maestros.

El último episodio, o quizá el último asalto, se ha librado en las aulas del Instituto de Educación Secundaria Cumbres Altas de Nueva Carteya. Igual que la violencia contra las mujeres, la violencia contra los profesores sigue cobrando actualidad, una triste vigencia, en los titulares de los periódicos. Sucedió lo siguiente: anteayer, a media mañana, un estudiante de Secundaria fue llamado al orden por su profesor. Su actitud, presuntamente, afectaba no al docente únicamente, sino también al resto de la clase. El profesor, según fuentes de el Día, "le hizo una advertencia al estudiante y éste tuvo una reacción violenta contra él". Resultado: una herida en el codo del maestro. A continuación, siguiendo el procedimiento habitual en estos casos –lamentablemente habitual–, el profesor atacado comunicó lo ocurrido a la dirección del centro, y fue entonces cuando el equipo directivo intentó, sin éxito, contactar con la familia del menor para comunicarle lo sucedido. Ahora, la Delegación Provincial ha solicitado a la dirección del instituto Cumbres Altas "un informe exhaustivo" para esclarecer lo ocurrido. La comisión de convivencia escolar se reunió ayer para tratar el caso, así como fijar las posibles sanciones que se pueden imponer a un alumno por golpear al profesor. Entre ellas, claro, se encuentra la expulsión. Una expulsión que debería ser fulminante, una expulsión directa no sólo del centro en cuestión, sino de toda la Educación en general.

Resulta que el derecho a la educación es un derecho de todos: también de los agresores, como es lógico, que si están en las aulas es, precisamente, ejerciendo su derecho, por mucho que lo hagan, está visto, involuntariamente. Pero de ese mismo derecho a la educación también participan el resto de los compañeros, tanto de este agresor como de cualquier otro, y con estas compañías, con estas insubordinaciones que nunca hubieran debido comenzar a ocurrir, que nunca deberían haber sido portada de periódico, se vulnera también el derecho de la mayoría. Esta indefensión del profesorado resulta tan indignante como hiriente. Que la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía trabaje ahora en una norma que permitirá apoyar a los docentes que, en el ejercicio de sus funciones, sufren problemas de tipo administrativo, civil o penal, no es sino retraso reiterado. El objetivo de esta iniciativa es loable: apoyar a los docentes de la comunidad y, para ello, ofrecerles el asesoramiento jurídico, la representación legal y la defensa de sus intereses en caso de acudir a juicio. Sin embargo, nunca debiéramos haber llegado a estos extremos. Ya es una derrota haberlo hecho, y es una derrota de los políticos, de los padres, y también de los propios alumnos: pero nunca de los profesores, que no van a acudir armados a los centros.


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