Resposta d'ASPEPC·SPS a l'editorial de "La Vanguardia"0
2354 19/09/2008, 17:38 Xavier Massó i Aguadé portaveu d'ASPEPC·SPS #Opinió, #LOGSE, #LEC,
Davant el contingut de l'editorial de "La Vanguardia" d'ahir dia 18 de setembre de 2008, Xavier Massó i Aguadé, delegat i portaveu d'ASPEPC·SPS ha fet arribar a l'esmentat diari una rèplica acollint-s'hi a aquest dret i una "Carta al Director" per si el dret de rèplica no fos près en consideració.
Carta al Director
Sr. Director de "La Vanguardia",
Com a portaveu del sindicat ASPEPC·SPS, i en relació a l'editorial d'avui, 18 de setembre de 2008, sobre la vaga convocada al'ensenyament públic per al proper 13 de novembre, li prego que publiqui la "carta al director que transcric a continuació.
Així mateix, en la consideració que les afirmacions contingudes en l'editorial al·ludida són esbiaixades i inclouen qualificacions pejoratives sobre l'Organització a la qual represento, li trameto també, en el document adjunt, una resposta més extensa que, acollint-me al dret de rèplica, li demano que publiqui en el rotatiu que dirigeix. Atentament,
Xavier Massó- Portaveu d'ASPEPC·SPS
Quisiera manifestar mi total discrepancia con las afirmaciones y la línea de la editorial de este periódico de fecha 18-09-2008
Sr. Director de "La Vanguardia", las razones subyacentes a esta huelga no son ni el corporativismo ni la radicalidad, sino la defensa de un sistema público que garantice la igualdad de oportunidades de la ciudadanía a la hora de recibir una educación y una formación académica rigurosa y solvente. Los docentes de este país estamos hartos de pseudoteorías pedagógicas, anacrónicas y ramplonas, cuya aplicación en forma de leyes ha maniatado de pies y manos a la red pública mientras auspiciaba explícitamente que la privada concertada las sortease con la complicidad tácita de la propia Administración. El resultado es de sobras conocido. De una red pública que en los ochenta y principios de los noventa superaba en todo a la enseñanza privada, cuyas aulas se estaban vaciando por falta de "vocaciones", hemos pasado a la situación inversa desde la aplicación de este talismán "anti-pública" que se llamó LOGSE y cuyo epítome es la actual LEC que propone el Conseller Maragall.
Observe, Sr. Director de "La Vanguardia", como no hay en la convocatoria de huelga ninguna reivindicación salarial ni gremial, sino la exigencia de que se nos permita realizar nuestra profesión sin tener que estar sujetos a las trabas de arribistas y cantamañanas, transmutados en "expertos" educativos, o de directores reconvertidos a jefes locales en "movimiento" que en lugar de aplicar la ley, la hagan ellos, cada uno la suya. Es así como la Administración actual entiende el concepto de "autonomía de centros".
Resposta d'ASPEPC·SPS a l'editorial de "La Vanguardia". Xavier Massó i Aguadé, exerceix el dret de rèplica
Debo empezar refiriéndome a un defecto argumentativo de su editorial. Efectivamente, parte Vd. de lo que se conoce como una argumentación “ad hominem”, una falacia consistente en descalificar al interlocutor a partir de afirmaciones –ciertas o no- que pretendidamente le descalificarían como tal, por lo que no merecería la pena entrar a debatir las causas que dicho interlocutor argumenta para justificar su posición. Y así es como procede Vd., por cierto, con unas altas dosis de desinformación –quiero pensarlo así- que prudentemente calificaré de «ligereza informativa». Ni aunque fuera cierto, que no lo es, la calificación de “radicales”, “corporativistas” o “irresponsables” con que nos obsequia no exime de la obligación de analizar las razones aducidas por los aludidos como tales. Sería más bien al revés: analice primero Vd. las razones argumentadas e infiera luego si se trata de una irresponsabilidad o no. Muy al contrario, en ningún momento se detiene Vd. ni siquiera a enumerar las razones que nos han movido a convocar esta huelga. Se limita, eso sí, a citar dos de ellas, el tema de la “agencia de valoración” –externa y vinculada a la patronal de la enseñanza privada, eso no lo dice Vd.- y el de la “autonomía de centros”. En ambos casos sin entrar en el menor detalle, por ejemplo, sobre qué significa en este caso “autonomía de centros” y dando por supuesto que se trata de algo deseable por la simple y acrítica categorización de “racionalidad” que le atribuye sin más explicaciones.
Sr. Director de “La Vanguardia”, el problema fundamental del que nos estamos quejando los docentes es la incompetencia y la mala fe con que los políticos de este país y su cohorte de adláteres han estado gestionando la enseñanza pública hasta el punto de llevarla a correr actualmente serio peligro de convertirse en residual. En beneficio de la privada subvencionada con fondos públicos, por supuesto. Y eso no es “sana” competencia, sino competencia desleal.
Sr. Director de “La Vanguardia”, las razones subyacentes a esta huelga no son ni el corporativismo ni la radicalidad, sino la defensa de un sistema público que garantice la igualdad de oportunidades de la ciudadanía a la hora de recibir una educación y una formación académica rigurosa y solvente. Los docentes de este país estamos hartos de pseudoteorías pedagógicas, anacrónicas y ramplonas, cuya aplicación en forma de leyes ha maniatado de pies y manos a la red pública mientras auspiciaba explícitamente que la privada concertada las sortease con la complicidad tácita de la propia Administración. El resultado es de sobras conocido. De una red pública que en los ochenta y principios de los noventa superaba en todo a la enseñanza privada, cuyas aulas se estaban vaciando por falta de “vocaciones”, hemos pasado a la situación inversa desde la aplicación de este talismán “anti-pública” que se llamó LOGSE y cuyo epítome es la actual LEC que tanto parece gustarle.
Observe, Sr. Director de “La Vanguardia”, como no hay en la convocatoria de huelga ninguna reivindicación salarial ni gremial, sino la exigencia de que se nos permita realizar nuestra profesión sin tener que estar sujetos a las trabas de arribistas y cantamañanas, transmutados en “expertos” educativos, o de directores reconvertidos a jefes locales en “movimiento” que en lugar de aplicar la ley, la hagan ellos, cada uno la suya.
Nuestra situación, Sr. Director de “La Vanguardia”, es, si me permite el símil, como la de un colectivo de médicos que estuviera reivindicando la medicina científica frente a las pràcticas de hechicería que la dirección del hospital hubiera decidido adoptar como medicina oficial. Y para acabar de redondear el símil, añadir que se trataría de la sanidad pública, mientras la privada seguiría impertérrita aplicando los principios de la medicina científica y recibiendo cada vez más subvenciones ante la creciente –y lógica- incapacidad de la medicina pública reconvertida en hechicería.
Esta es la realidad, señor mío. Ésta y no otra. Vd. como empresario privado lo entenderá perfectamente: si lo que falla es la dirección de la empresa, a quien habrá que cambiar es a los directivos. Y en temas de educación, llevamos muchos años en manos de una camarilla de advenedizos jugando al aprendiz de brujo. Una invariable camarilla los desastrosos resultados de cuya gestión se pretende ahora cargar sobre unos docentes cuya única culpa, en caso de serlo, es exigir que se nos permita seguir realizando nuestro trabajo en las condiciones de libertad propias de todo estado democrático, sin idearios de centro ni mandarines sujetos a los vaivenes de un poder cuyas formas de control social cada vez se asemejan más a las contenidas en los manuales prefascistas de los años veinte.
“Camarilla” es la denominación que recibió el grupo que se reunía oficiosamente con el rey y dirigía los destinos del país en los tiempos de Fernando VII. Los personajes más determinantes de este atrabiliario colectivo eran el bufón y el confesor. Búsquelos por estos pagos, Sr. Director de “La Vanguardia”, y encontrará la razón de los males de la enseñanza pública. Puede que entonces entienda también porqué en su defensa nos pondremos en huelga contra esta ley. Y porqué los docentes estamos hartos de tanta ramplonería psicofántica como la que se predica hoy sobre la enseñanza desde tantos y tantos estrados abrevados en el pesebre del poder.

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