La mala educación0

533 02/10/2008, 11:15       #LOGSE,

Hace una semana, la ciudadanía desayunaba con el enésimo titular que pone en la picota nuestro sistema educativo: un informe de la Fundació Jaume Bofill situaba la escuela pública catalana muy por debajo de la privada, tanto en resultados académicos, como en atención a la diversidad. Con una cuarta parte de alumnos con fracaso escolar, Cataluña vegeta en el furgón de cola europeo, sólo por delante de Grecia. La respuesta del conseller Ernest Maragall, responsable de Enseñanza como podría serlo de Agricultura o Gobernación -en el tripartito no rige la eficacia, sino la cuota partidista- fue el menosprecio.

Tras calificar de «inútil» la iniciativa de la Jaume Bofill y decir que los datos estaban «desfasados», remató su embestida aduciendo que el estudio no ofrecía ninguna novedad: «Ya recibimos el mensaje hace dos años. Además, estoy convencido de que si recogiéramos los datos -del informe PISA- a finales de este curso los resultados serían claramente más positivos, pese a que en dos años no se pueden modificar grandes cosas en educación».

Es lógico: en dos años no se cambia de raíz una situación que se arrastra desde que PSOE aprobó la infausta Logse que condenó a varias generaciones al igualitarismo y las distanció del esfuerzo. La inveterada costumbre de someter la educación a las directrices del partido gobernante de turno lleva al país a la indigencia académica y a sus educadores al desconcierto curricular. A la actual Ley de Educación catalana le debemos, entre otras calamidades, la pérdida de horas en historia, filosofía y castellano (el hosco Maragall ya se «arrugó» en su día ante Esquerra con las tres horas de lengua castellana). Desgraciadamente, el estado de la escuela pública actual se acerca más al informe Bofill que a las bravatas estadísticas del conseller. Lo prueba un inicio de curso con barracones que TV3 obvió en sus informativos y sólo el programa humorístico «Polònia» mencionó.

Con motivo de la publicación de su libro «Mal de escuela», el escritor y profesor Daniel Pennac ofreció una conferencia en el Macba, ante un expectante auditorio de profesores. En el turno de preguntas, el autor se encontró con un patio de butacas enmudecido; costaba arrancar el debate, como en esas clases en las que echamos a faltar la intervención del alumnado. La pesadumbre y la sensación de sentirse abandonados marcaban el tono de los docentes que tomaron la palabra.

Pennac se preguntó si la administración pública desea tener estudiantes inteligentes: «Diría que no, que al estado tanto le da la escuela, pero hablar de crisis es una buena manera de desviar la atención...» Nos tememos que acierta. Vivimos tiempos de mala educación (académica, ciudadana y política). Los «borriquitos con chándal», que Sánchez Ferlosio caricaturizó, progresan adecuadamente hacia la nada.


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