Ni leer ni escribir0
483 18/06/2009, 09:34 La Vanguardia. Susana Quadrado
Cuando creÃamos que el problema estaba en la universidad con el plan de Bolonia, las estadÃsticas demuestran que el drama está en la primaria. La evaluación de sexto curso en Catalunya revela que los alumnos de entre 11 y 12 años fallan en lo elemental: leer, escribir y calcular. Podemos pensar que este es otro estudio que no hace más que confirmar lo que intuÃamos. ¿Qué harÃa si su hijo fuera alguno de los niños que se incluyen en ese 25% que pasan a la ESO sin tener los conocimientos básicos en lengua y matemáticas?
No podemos mirar hacia otro lado. Un fracaso escolar puede acabar en un fracaso social irreversible, y eso tendrÃa que preocuparnos a todos. Los resultados de esta prueba deberÃan haber tenido unos efectos catárticos que no he visto todavÃa ni en la conselleria de Maragall, ni en la comunidad educativa ni en los padres. Les recuerdo que la prueba no estaba valorando la excelencia, sino el aprendizaje de conocimientos ¡básicos!
Primera conclusión. El fracaso de la escuela empieza en la primaria, desde donde se construye todo. Podemos albergar la ilusión de que esas lagunas educativas podrán resolverse en la secundaria. ¡Ja! Si en primero y segundo de primaria los niños no entienden lo que leen ni saben expresarlo por escrito, ¿cómo van a seguir las clases más adelante? Tiendo a pensar que ha habido cierta relajación en la enseñanza de la lectoescritura, la madre de todas las asignaturas: en el aula (pública o concertada) y en el comedor de casa. Y tómenme tal afirmación al pie de la letra: gran parte de la responsabilidad es de los profesores, pero también de los padres. También ha faltado asesoramiento pedagógico a los centros y una inspección menos burocrática.
Segunda conclusión. El nivel socioeconómico de los alumnos determina en parte los resultados.
Ergo, los peores resultados se concentran en la escuela pública y, a su vez, entre los inmigrantes. Dudo que la culpa sea del dinero que supuestamente se llevan las escuelas concertadas: miren, si no, las ratios de inversión pública por alumno en la pública y en la concertada. ¿No será que estamos pasando demasiado rápido a los niños inmigrantes del aula de acogida al aula ordinaria? DeberÃamos interrogarnos sobre qué modelo de escuela pública queremos, porque el que tenemos ahora lleva camino de sustituir la ilusión de la igualdad por una igualación por el rasero de los rezagados.
Y ahora, ¿qué hacemos?
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