La postura del misionero0
1200 14/04/2010, 09:15 deseducativos.com. Maximiliano Bernabé Guerrero #LOE,
Si alguien espera encontrar en lo que sigue contenidos licenciosos, temas sicalípticos, que habrían dicho nuestros bisabuelos, puede abandonar la lectura ahora mismo. A lo que me quiero referir es a las cualidades que, supuestamente, se exigen a los maestros y profesores. Desde 1990 en adelante parece que se confunde bastante el que debe ser su cometido, actitud y aptitud, con la del misionero, hasta con la del mártir, si me apuran. Nada hay en esto de escarnio hacia aquellos miembros de congregaciones religiosas que, efectivamente, trabajan en misiones religiosas, médicas o de otro tipo. Hablamos de la imagen popular en películas y chistes. En cuanto a los mártires, se trata de esos señores y señoras que en las películas que ponen en Semana Santa en la tele van con mansedumbre al Coliseo a ser devorados por los leones.
Me explico. Cuando algún compañero tiene algún problema de eso que ahora se llama convivencia, y toda la vida se conocía como gamberrismo, siempre habrá alguien que, entre conciliador y paternalista, le diga: “Eso va en el sueldo, que aquí hay que sufrir y tener más paciencia que Job”. Si el pobre, víctima del problema de convivencia, es decir al que han amenazado, agredido o insultado, al tiempo que las autoridades educativas se lavan las manos, persiste en quejarse, se le espetará, esta vez en un tono un poco más amenazador: “Lo que pasa es que no tienes vocación”.
Vamos a pararnos un poco en el tema: En primer lugar, el que te hagan una putada y tengas que aguantarte no va en el sueldo. Se supone que un militar, un bombero o un policía si sufren una lesión en el ejercicio de su trabajo, no es que sea un hecho deseable, pero sí es asumible. Sus cometidos implican o bien el ejercicio de la fuerza o el enfrentamiento con circunstancias muy adversas, todo lo cual se reconoce de una manera u otra con una serie de privilegios justificados. Creo que esto no se da en la profesión docente, ni en muchas otras. Hablando de ésta, ¿Qué nos encontramos? Vocación, sufrir, paciencia, Job. A lo que íbamos, a la postura del misionero. Si esto es lo que se requiere de quien quiera dedicarse a enseñar en cuanto a actitud vital, en cuanto a su trabajo, las cosas no se desvían mucho del peculiar “via crucis”: Preeminencia de las actitudes sobre los contenidos, del adoctrinamiento sobre la enseñanza. Esto, que ahora se impone a los alumnos, se traslada también a la formación del profesorado. Es el reino de las competencias básicas, conjunto de posturas ante la vida que ha de tener cualquier alumno al fin de la Secundaria Obligatoria. Aunque no sepa hacer la O con un canuto. No sé si es que nos hemos vuelto tontos, o es algo peor.
La vocación no se exige para el ejercicio de ninguna profesión, sólo para aquellos compromisos de vida, como puede ser el sacerdocio, la pertenencia a una orden religiosa o a las fuerzas armadas. Yo no tengo vocación de docente. No sé qué me esperará por confesar esto, si la crucifixión o las fieras. A mí, simplemente, siempre me gustó el estudio, pero como de la vida contemplativa es difícil vivir, no me pareció una mala salida que me pagaran por transmitir los conocimientos que iba adquiriendo. Pensaba, ay iluso de mí, que para enseñar hay que tener algo que enseñar, y que se favorecería que me empapase de conocimientos. Lo que me encontré fue que se me obligaba a ser un burócrata, a redactar programaciones, unidades didácticas, informes que nadie leería nunca y que para nada servían, a asistir a reuniones tediosas sobre la nada, que se me invitaba a ser adoctrinado en una batería de actitudes supuestamente progresistas impartidas por una gente muy pesada e iletrada, y que mi formación había de verse reducida a cursillos pomposamente denominados actividades de formación.
Vamos a ver ¿Qué se ha de pedir a un profesor? Que domine la materia que va a impartir y que tenga sentido común. Para lo primero hace falta esfuerzo, tiempo, sacrificio si se quiere, aunque luego tendrá una recompensa valiosa. Lo segundo se adquiere con la experiencia, es decir, el paso del tiempo sumado al contacto con colegas más sabios, más el enfrentarse a los propios errores y éxitos. Todo lo contrario de lo que nos encontramos en nuestra legislación educativa. Para justificar el predominio de la doctrina sobre el conocimiento se recurre a ciertas trampas dialécticas, como el recurso a comparaciones con etapas del pasado que dejan al que tiene la mala suerte de verse reducido a ello imposibilitado para defenderse y sometido a un linchamiento moral. Si exiges esfuerzo eres un facha, nostálgico del franquismo, etc. ¿Se acuerdan de toda aquella retahíla de libros y exposiciones sobre los maestros de la II República que nos inundaron en aquellos meses de 2006, anteriores y posteriores a la promulgación de la LOE? Casi nada es inocente en esta vida, y aquello fue especialmente artero. Sabido es que la República perdió la guerra civil de 1936-39. Sabido también es que hubo después una dictadura muy larga, que por una argumentación a contrario ha motivado que se atribuyan a los derrotados una serie de virtudes, sólo por eso, por haber perdido. A partir de ahí se tiene material para unas cuantas manipulaciones. El maestro fue Goebbels, con la derrota alemana en la Gran Guerra. El procedimiento es el mismo.
Y para poder ver hasta dónde llega la burocratización y el destierro del conocimiento de la enseñanza pública española, dos muestras:
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Hace poco se publicó en el BOE la convocatoria del concurso nacional de buenas prácticas para el impulso y la mejora de la convivencia, par el curso 2009-10. Buena noticia, los misioneros hasta pueden ganar un premio.
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En Castilla La Mancha se ha promulgado lo que se llama “Plan para la reducción del abandono escolar temprano y la reincorporación al sistema de educación y formación”. Ahí es nada. Una catarata de chorradas burocráticas, pero que llevan aparejado un gasto de más de doscientos millones de euros. De éste he extraído una serie de perlas:
Las actuaciones para el éxito educativo desde enfoques inclusivos...
Entre los factores que provocan el abandono de los estudios se barajan la falta de motivación por parte del alumnado, no adecuación de los métodos didácticos, insuficiencia de recursos, falta de implicación en la tarea…
Mejorar las tasas de idoneidad disminuyendo la repetición de curso. Innovación permanente.
Adopción de fórmulas organizativas y de metodologías didácticas que permiten adaptarse al estilo de aprendizaje y necesidades del alumnado.
Facilitar la permanencia en el sistema educativo de los jóvenes y las jóvenes que abandonan el sistema educativo.
Reconocer las competencias adquiridas para impulsar la formación. El alumnado que abandona el instituto sin haber superado la ESO rara vez lleva consigo ningún documento que recoja todas las competencias básicas adquiridas adecuadamente graduadas (…) elaborar documentos que certifiquen las competencias básicas adquiridas.
Lo de “los jóvenes y las jóvenes” es impagable. Nunca la estupidez salió tan cara.
http://deseducativos.com/2010/04/12/la-postura-del-misionero/
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