Autonomía y terror. Del modelo comprehensivo al modelo de gestión0

900 23/09/2010, 09:24       #LOGSE,

Vienen tiempos difíciles, tiempos de resistencia, tiempos de lucha. La LOGSE ha mostrado ser un artefacto perverso, ominoso y con una capacidad de mutar sorprendente. Es admirable cómo su dialéctica interna ha ido manifestando los efectos más devastadores. Pero de todos sus resultados el más sorprendente y letal es el de la liberalización de la política educativa en toda su dimensión. Se venía venir: en las dos últimas décadas los docentes hemos padecido el recorte progresivo de nuestros derechos laborales, el empeoramiento de nuestras condiciones como profesionales, la merma de nuestras libertades, el insulto y la descalificación sistemáticos.

Un verdadero ataque a nuestros cuerpos. No hay lugar a dudas de que la tendencia educativa neoliberal –la actual transformación de la LOGSE- es ya una realidad. El cómo esto ha sido posible es un tema complejo, pero la raíz se encuentra en el trasfondo conservador de la LOGSE. La LOGSE estaba inspirada por una ideología en el fondo de derechas, enmascarada, travestida por un discurso de izquierdas retórico y confuso; y es esa ambigüedad inherente la que la ha hecho tan poderosa, tan adaptativa y resistente; tan fecunda en dar a luz monstruos.

Los conceptos de “autonomía”, como el de “bien de interés público” referidos a la educación y tantos otros forman parte del discurso educativo actual. Silenciosamente, estos conceptos se van sedimentando en nuestro lenguaje, sin que apenas nos demos cuenta –y con mayor efectividad en una sociedad de sujetos narcotizados, despolitizados-, constituyendo así nuestro pensamiento. El lenguaje nos piensa a su modo, nos determina, no es neutral. A través de su carácter aparentemente neutro, como sobrevenido del cielo, laten intereses, energías, tensiones, juegos de poder y estrategias propagandísticas.

La “autonomía” era un concepto propio de la LOGSE inserto en un modelo articulado por eso que en la jerga logsiana se denominaba “niveles de concreción”. A partir de la gran Entelequia y en descensus ad inferos se iban desarrollando diferentes niveles, hasta llegar a los últimos niveles de concreción: las “programaciones de aula” y las “adaptaciones curriculares”, siempre de acuerdo a la jerga. La dispersión, confusión y absurda burocracia que todo esto ha generado, han resultado ser una catástrofe: proliferación gigantesca de leyes, diversidad arbitraria de criterios, incoherencia y desequilibrios en el desarrollo curricular, multiplicación inoperante de tareas y trabajos innecesarios, etc. Todo ello amplificado in extremis por la pluralidad del Estado de las “Autonomías” (segunda Potencia de la Entelequia) y una enfermiza situación de inestabilidad legal (las Reformas y Contrarreformas de la Reforma LOGSE, con la consecuente proliferación ad infinitum de leyes, decretos, derogaciones, literatura pedagógica, etc.) Toda esta dispersión en nombre de la autonomía ha tenido unos resultados negativos y ha de ser calificada como un auténtico fracaso.

En las primeras fases de la LOGSE , la autonomía no era entendida todavía en su sentido empresarial: autonomía de gestión (Management que dicen nuestros colegas del Reino Unido). Aún conservaba un cierto espíritu socialista. Con el fracaso del modelo –muy mal digerido por los impulsores de la Reforma logsiana- y el advenimiento de la crisis económica, asistimos a la conversión del paradigma socialista en un nuevo modelo en el que la categoría de “autonomía” adquiere un sentido nuevo. Muy lejos ya de la voluntad socialista, la “autonomía” pasa a significar algo muy distinto e incluso contrario a lo que inicialmente era. La autonomía es ahora sinónimo de competitividad, de gestión, de eficacia. El modelo privado es el gran vencedor y su modus operandi se implanta a pasos de gigante en el ámbito estatal. Las escuelas públicas a partir de ya deberán justificar su existencia por sus resultados; los directores de centros pasan a convertirse en gestores, con nuevas capacidades de decisión sobre el destino de sus empleados; los centros públicos se ven inmersos en una batalla (cruel e injusta como todas las batallas) por captar clientela selecta (hay que ser bilingüe o morir); las condiciones laborales de los docentes retroceden un grado más. Es el terror. Que todo esto vulnera los principios de igualdad de oportunidades de nuestros alumnos, y que manda al infierno la “comprehensividad” es lo de menos: la lógica y el sentido común de nuestros gestores educativos están muy por encima de todo eso. Muy bien lo expresaba Juan en un comentario reciente sobre el artículo de Nacho Camino “El optimismo contagioso de Gregorio Luri”:

Si los centros gozan de autonomía pedagógica suficiente como para proponer su propio currículo, lo adaptarán a los alumnos que tienen y al medio social en que se encuentra el centro. Entonces en poco tiempo se crearán centros de distintas categorías en virtud de sus currículos. Además si un centro no puede aspirar más que a unos programas digamos mediocres, entonces se condena a sus alumnos a no poder seguir un currículo mejor, como el que oferte otro centro. ¿Tan difícil de entender es esto? ¿Por qué no puede haber un currículo general universal para todos los alumnos del país? ¿Qué problema hay? Lo de la autonomía es uno de los elementos en los que tanto insisten los mismos señores que están a favor de la innovación educativa, de la calidad educativa, de la eficacia y la eficiencia, de dar más poder a los directores, del Plan Bolonia en la Universidad, etc. ¿No está claro? Es la política educativa neoliberal. Que sí, que el nombre es lo de menos, pero son ellos.

Y si me permitís otra cita, he aquí la estupenda contestación de David Arboledas:

Totalmente de acuerdo contigo. Puedo estar a favor de la autonomía de los centros, y lo estoy, pero desde luego no para hacer su propio plan de estudios. Se generarían centros de primera, segunda y tercera y, lamentablemente, un alumno que acude a un centro por proximidad, que es lo que concede la administración, no podría mejorar si tiene la desgracia de caer en un centro “malo”. Debe haber un currículo universal de mínimos en todo el Estado y, por supuesto, dar al alumno la mejor educación posible. Hemos de dar al hijo del obrero de barrio la misma que al churumbel de un Diplomático… ¿o no? Digo yo que si no se hace así estamos discriminando…¿verdad? Pero la respuesta es obvia, y no nos engañemos, la clase gobernante NO quiere esto. Son los primeros que discriminan y obligan a caer en la miseria moral y del conocimiento a la inmensa mayoría de alumnos. Lo siento, pero a mis alumnos les exijo lo mismo que a mis hijas, aunque me preocupen menos, claro está.

Verdades como puños.

Ante este avance de la derecha, ante este ataque frontal contra los trabajadores de la educación, debemos hacer algo ya. Considero que una acción inminente y que no se puede diferir más es la de organizar la resistencia. Y para decirlo claramente y en abierto, pienso que hemos de tomar una decisión política: pasar a formar parte de un SINDICATO: uno propio o uno existente (pienso naturalmente en SPES (*)como el más afín y como una opción operativa en tanto que gran parte del trabajo ya está hecho). Tal decisión -es mi humilde opinión-, es un punto esencial del orden del día de DESEDUCATIVOS.

http://deseducativos.com/2010/09/22/autonomia-y-terror-del-modelo-comprehensivo-al-modelo-de-gestion/

(*) ASPEPC·SPS és membre fundador d'SPES, Federación de Sindicatos de Profesores de Enseñanza Secundaria


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