Educación, ¿para qué?0
604 09/11/2010, 09:36 La Vanguardia. Oriol Pi de Cabanyes
Según el último Racòmetre, la educación ya está en la tercera posición de "lo que interesa a la gente", tras la economÃa o el trabajo. Pues quién lo dirÃa. Porque la deseducación avanza, en casa y en la calle, y la escuela no puede hacer lo que en el fondo no queremos que haga: enseñar, aunque cueste, que todo tiene sus lÃmites. Y sus consecuencias. La educación es un bien público, como la sanidad. Y si es un bien público, lo que la sociedad en su conjunto no puede permitirse es que, en nombre de unas ideologÃas que la experiencia ha demostrado totalmente inadecuadas, se continúe propagando también en la escuela la epidemia de irresponsabilidad que tanto fracaso ha causado en varias generaciones.
Es toda la sociedad la que educa o deseduca. Pero aquà los que también suspenden son los valores mayoritarios. Sin cuestionarlos de raÃz, hemos perdido demasiados años discutiendo aspectos colaterales de la cuestión: que si barracones, que si la jornada intensiva, que si la semana blanca, que si portátiles a los doce años. Pero se nos ha escapado lo principal, que es el sentido que tiene la educación en una sociedad, y para qué sirve.
¿Qué se quiere? ¿Consumidores compulsivos y al albur del capricho o mentes abiertas a la reflexión y a la crÃtica? El actual sistema de cosas mantiene a la inmensa mayorÃa en la minorÃa de edad: carne de cañón, inermes ante la más mÃnima dificultad, tan poco resistentes a la frustración como vÃctimas propiciatorias de toda clase de viejas y nuevas esclavitudes.
Y si está en disolución, como parece, la misma idea de sociedad (que deberÃa situarse como estadio superior al de la mera comunidad de afectos), y si está también en crisis el concepto de bien público, si sólo cuentan los intereses particulares, entonces ¿de qué se habla cuando se habla de la enseñanza obligatoria hasta los dieciséis años?
Buena parte de la escuela secundaria pública va camino de convertirse en una gran empresa de servicios asistenciales y de ocio que mantiene al baño marÃa a muchos consumidores en ciernes. ¿A quién conviene que tantos no puedan llegar a adquirir ninguna capacidad de raciocinio, ni mucho menos de crÃtica o de autocrÃtica?
Educación, ¿para qué? ¿Qué rendimiento social esperamos obtener de tanto dinero público invertido en formación?
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