Contra el igualitarismo empobrecedor0

1257 18/11/2010, 09:30       #LOCE,

El igualitarismo a ultranza, doctrina perversa en manos de mentes rusonianas usufructuarias del poder democrático, ha provocado, en el plano profesional docente, algunas injusticias y no pocos desórdenes organizativos, comenzando por la extinción del cuerpo de catedráticos, siguiendo por la indiferenciación de asignaturas y dedicaciones lectivas, y acabando por la huida de cualesquiera responsabilidades en el funcionamiento del sistema, como lo prueba el lamentable hecho de que la Administración haya de nombrar a dedo, al menos en Cataluña, al 60% de los directores de los centros.

Acoto el tema y planteo la necesidad de establecer diferencias de ratios de alumnos y horas de trabajo lectivas entre unas y otras asignaturas, e incluso me atrevería a decir que esas diferencias deberían tener un reflejo económico, si bien esto último me interesa menos que lo primero. No ignoro que cada cual puede tener un planteamiento profesional que, desde el punto de vista de su asignatura, pueda rebatir lo que a continuación defenderé, pero espero poder refutar esas objeciones una vez haya expuesto en su totalidad mis razones.

En calidad de profesor de Lengua y Literatura españolas me parece una injusticia insoportable tener el mismo número de alumnos y de horas de clase que otras asignaturas con infinitamente menor carga de preparación de clases y corrección de trabajos de los alumnos que la mía, y que cada cual escoja los ejemplos pertinentes. Parto de la base de que no todas las asignaturas han de tener el mismo nivel de importancia en el plan de aprendizaje de los alumnos, algo que, indirectamente, reconoció la LOCE cuando estableció que las juntas de evaluación no podían cambiar las notas de las asignaturas instrumentales, por lo que, suspendidos los alumnos en Lengua y Matemáticas, un solo suspenso más los hacía repetir inexorablemente, sin votaciones ni asteriscos salvadores que tanto han hecho por la degradación de los métodos de evaluación en toda España. Ese reconocimiento implícito de la trascendencia de ciertas materias quedó rápidamente cercenado por el igualitarismo totalitario que laminó toda esperanza de llegar a instaurar un sistema racional y eficaz en el sistema educativo.

Si para la enseñanza de la lengua es un requisito imprescindible la corrección individual y reiterada del alumno, ¿son nuestras condiciones de trabajo, por número de horas lectivas y número de alumnos, las apropiadas para dar ese salto cualitativo en la enseñanza de la herramienta indispensable para el resto de las asignaturas y para la formación crítica del individuo? Cuantos colegas se hayan sentado con un solo alumno -¡durante su media hora legal de descanso a media mañana!- para hacerle comprender los fundamentos de la cohesión y la coherencia textuales, a fin de que pueda expresarse con unos mínimos de inteligibilidad, comprenderán perfectamente la necesidad de ese trabajo individual que puede conseguir maravillas. Renunciar a él por el exceso de horas lectivas y por el número de alumnos es seguir abonando el terreno para que la incompetencia expresiva y comunicativa sigan sacándonos socialmente los colores en cada nueva evaluación general del sistema.

No entro en el agravio profesional -frente a otras asignaturas con currículos prácticamente “fijos”-, que supone tener un currículo que cambia constantemente, con lecturas que han de trabajarse por primera vez cada nuevo curso, y con variaciones bianuales en el currículo del bachillerato que te impiden sacar la más mínima rentabilidad a la inversión de tiempo en la preparación de las clases; pero sí quiero que quede bien claro que el actual reparto de horas lectivas y de alumnos por clase es profundamente injusto para quienes hemos de soportar unas cargas de trabajo que impiden objetivamente cumplir con las metas que, sin embargo, se nos exigen con total incoherencia. Reivindico, por lo tanto, que se reniegue de una vez por todas de ese falso concepto pseudoprogresista del igualitarismo para ajustarnos a la realidad: cada asignatura requiere un tratamiento profesional específico. Y la asignatura de Lengua y Literatura españolas requiere una dedicación lectiva menor (nunca más de 12 horas lectivas semanales), una ratio de 15 alumnos por clase y 4 horas semanales para la asignatura en el currículo del estudiante (autonomías bilingües incluidas. No hay más que oír al reciente campeón mundial de motociclismo, Marc Márquez, o al parlamentario Tardà, para darse cuenta de esa necesidad urgente). Sólo con este planteamiento puede empezarse a hablar de lo que la sociedad podría exigir al sistema educativo en términos de formación lingüística.

Preveo objeciones económicas, pero yo hablo de una reordenación radical del currículo, marcado por las prioridades que permitan poner las bases sólidas de un aprendizaje propio del siglo XXI.

Con ser muy tentadora la idea de defender a continuación, siguiendo ese sendero de cambios, la reincorporación al sistema del cuerpo de catedráticos, actualmente en fase de extinción provocada por ese igualitarismo nefasto, cuerpo que podría actuar como un eje vertebrador del sistema, en vez de la ausencia clamorosa de responsabilidad que se vive en los seminarios con la burda promoción de la “condición de catedrático”, un mero sobresueldo encubierto con la más abyecta retórica, mucho me temo que habrá de ser objeto de otra reflexión más adelante.

http://deseducativos.com/2010/11/10/contra-el-igualitarismo-empobrecedor/


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